Matemos todos a Constance

Una noche de tempestad en California transforma lo cotidiano en enigma cuando una actriz aparece con un objeto que desafía la lógica; así comienza Matemos todos a Constance, relato en el que un listín telefónico de 1900 y una agenda marcada con cruces rojas activan una cadena de sospechas y miedos. La voz narrativa de Ray Bradbury guía la investigación del escritor protagonista y de su amigo Crumley, mientras la figura de Constance Rattigan se difumina en la noche y deja tras de sí pistas inquietantes.

El libro desarrolla un periplo que combina suspense, atmósfera gótica y reflexión sobre la fama, la mortalidad y la superstición; la sensación de amenaza creada por los nombres marcados y la certeza de la actriz de que la Muerte persigue a los señalados construyen una tensión sostenida que desemboca en una revelación tan asombrosa como inquietante. La prosa de Bradbury alterna economía narrativa y sugestión poética, configurando escenas de fuerte carga visual y un crescendo dramático que mantiene al lector en vilo hasta el desenlace.