Los 50 logotipos de este libro son ejemplos de buenas ideas al servicio de la representación, la reputación y la identificación. Flechas, florituras, rayos o llamas, globos, rayos de sol y líneas paralelas, verticales y horizontales: los logotipos constituyen el recurso de diseño gráfico más omnipresente y esencial. Representan ideas, creencias y, por supuesto, cosas. Principalmente identifican productos, empresas e instituciones, pero también se asocian (esperemos que de un modo positivo) con los valores o la filosofía de esas entidades. Un logo, que también se conoce como marca, señal, sello o emblema, se produce y se aplica a diversas manifestaciones físicas (incluyendo banderas, pancartas o escudos), y aparece impreso, grabado o inscrito en todas las superficies con cualquier configuración y en diversos materiales en dos o tres dimensiones. Los logos son recipientes: no son buenos o malos, sagrados o profanos por naturaleza, sino representaciones simbólicas de lo que caracterizan. Pueden ser abstractos o figurativos, pero los logos representan una intención específica. En este sentido, los logos deben tener un fin o un objetivo definido: tienen que rebosar poder. La función de los logos consiste en llamar la atención, fomentar el reconocimiento y, si tienen éxito, provocar lealtad. Un logo sin carácter no es nada; debe ser ilustrativo, activo y enérgico.
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