La novela explora la insaciable búsqueda de sentido de un joven hijo de brahmán que, insatisfecho con la vida doméstica, emprende un itinerario de aprendizaje interior; en Siddhartha se narra ese viaje iniciático en el que el protagonista atraviesa comunidades de ascetas, la riqueza mercantil, los placeres sensoriales y la soledad contemplativa hasta escuchar la voz del propio ser. La prosa, contenidos y simbólica, condensa experiencias que van de la austeridad a la voluptuosidad, todas orientadas hacia la comprensión de la unidad que subyace a lo existente. Esta visión singular pertenece a Hermann Hesse, quien articula tradición oriental y sensibilidad occidental en un relato de honda meditación.
El trayecto de Siddhartha —guiado por la luz del Atmán interior y sin sometimiento a doctrinas— revela cómo la verdad se alcanza por medio de la experiencia directa y la escucha atenta. La novela culmina en la imagen del río como espejo del tiempo y la regeneración, y en la sentencia «Todo fluye y regresa», que sintetiza la comprensión de la circularidad de la vida y la reconciliación consigo mismo. Más que una crónica de sucesos, Siddhartha propone una reflexión sobre la transformación personal, donde el conocimiento profundo se nutre tanto de la renuncia como del exceso, y su claridad expresiva lo hace apto para lecturas reflexivas y diálogos prolongados sobre la naturaleza del ser.