La fascinación por la figura de san Francisco arranca en la juventud del autor y perdura como hilo conductor de su mirada literaria. En San Francisco de Asís, Hermann Hesse explora la coherencia ética y la belleza espiritual que encarnó el santo, subrayando su determinación y la sobriedad de su conducta. Hesse pone de relieve que «no hiciera nada a medias y que no predicara nada que él mismo no cumpliera a diario», y muestra cómo ese ejemplo convierte la enseñanza en un modo de vida.
La obra ofrece una reflexión serena sobre la unión entre ética y estética, donde la armonía no es meramente contemplativa sino también exigente en la práctica diaria. A través de un lenguaje íntimo y preciso, San Francisco de Asís invita a reconsiderar la autoridad del ejemplo personal y la posibilidad de una vida guiada por la coherencia, la sencillez y un profundo sentido de belleza.