El «Quinteto de Aviñón» comenzó a publicarse en 1974 y es el legado definitivo de Lawrence Durrell. Cada una de las novelas que lo componen (Monsieur, Livia, Constance, Sebastian y Quinx) puede leerse de forma independiente, pero la reunión de las cinco ofrece el último estadio de lo que el autor definió como su universo heráldico, basado en el simbolismo budista de los cinco elementos que conforman la personalidad del ser humano. Quinx cierra este portentoso ciclo y supone el compendio de todos los hilos narrativos que Durrell trazó a lo largo del resto de títulos. A través del grupo de jóvenes que ya conocemos, el autor reflexiona sobre las claves filosóficas y estéticas que configuraron la posguerra europea, así como una narración plena de sabiduría y humor mordaz. Mediante un maravilloso juego de referencias a otras novelas y de relatos dentro del relato, Durrell destaca en la creación del entorno, en la mitificación de un lugar exótico elevado muy por encima de la realidad. Una obra literaria de primera magnitud, poderosa y deslumbrante.
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