A través de un recorrido erudito y accesible, este estudio plantea la continuidad de los cultos femeninos desde las venus paleolíticas hasta las vírgenes negras; en Nuestras Diosas se explora cómo una misma matriz simbólica se transforma en distintas formas culturales y religiosas sin perder su esencia. El texto demuestra que, aunque romanos, hindúes, escitas o los autores de las pinturas de Altamira pertenezcan a contextos muy distintos, comparten inquietudes y percepciones de lo trascendente que se manifiestan en deidades y figuras femeninas aparentemente dispares.
La autora Fátima Gordillo articula evidencia arqueológica, mitológica y etnográfica para mostrar cómo nombres como Saraswati, Cibeles, Kuba-ba, Hécate, Ártemis, Anaitis, Deméter, Ishtar o María son variaciones culturales de una misma raíz simbólica. El libro ofrece un análisis riguroso del origen, el simbolismo y la persistencia de esos cultos femeninos, poniendo en perspectiva el valor de la continuidad histórica y el papel de lo sagrado en la construcción de significados colectivos, ese «algo» que sigue vivo y latiendo a lo largo del tiempo.