El tráfico de drogas y sus prácticas asociadas dejaron de esconderse para adquirir otro cariz en América Latina: hoy la violencia tiene lugar a plena luz del día y las exhibiciones del poderío narco se han vuelto un espectáculo de fuegos artificiales, ritos mortuorios de gran impacto, disparos al aire y ostentación de lujos, fiestas, mujeres y autos de alta gama. En este escenario, niños y jóvenes marginados depositan sus identidades precarias en la narcocultura, el ecosistema de estos grupos criminales, que les promete una vida corta, pero exitosa. Se trata de una exhibición viril, un intento por demostrar que se es parte de un colectivo que basa su autoridad en el hecho de ser muy machos, con la garantía de que morirás joven, pero habrás alcanzado a disfrutar un poco del dinero y del apoyo de tus hermanos elegidos, dice la autora de este original ensayo, que vincula la masculinidad, la juventud y el capitalismo como fuentes del problema del narcotráfico.
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