Este estudio cambiará el paradigma sobre las mujeres neurodivergentes —aquellas que tienen trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), autismo, sinestesia, alta sensibilidad y trastorno del procesamiento sensorial (TPS)—, ya que explora por qué estos rasgos no se detectan en ellas y cómo se beneficia la sociedad cuando permite que florezcan sus talentos únicos. Como escritora de éxito graduada en Harvard y Berkeley, emprendedora y madre, Jenara Nerenberg se quedó atónita cuando se enteró de que sus “síntomas”, que siempre habían sido clasificados como ansiedad, coincidían con los del autismo y el TDAH. Como buena periodista, se sumergió en las investigaciones científicas y descubrió la neurodiversidad: un marco que se aleja de la patologización y reconoce la gran diversidad de nuestras constituciones mentales. En lo que respecta a las mujeres, las diferencias de procesamiento sensorial suelen pasar inadvertidas, estar enmascaradas o ser confundidas con algo totalmente diferente. Millones viven sin ser diagnosticadas o bajo evaluaciones erróneas, lo que puede conducir a la depresión, la ansiedad, la baja autoestima y la vergüenza. Mientras tanto, todos nos perdemos los talentos que sus mentes neurodivergentes pueden ofrecernos.