Con tono íntimo y preciso, J.D. Salinger reconstruye una madrugada de encierro familiar y emociones contenidas en Levantad, carpinteros, la viga del tejado y Seymour. Una introducción, donde una hermana enferma, la convivencia en una habitación aparentemente libre de microbios y la presencia silenciosa de dos hermanos configuran un escenario de tensión y ternura.
El relato parte de una escena concreta: Franny, la hermana menor, trasladada con su cuna a la habitación; el narrador de quince años y Seymour, de diecisiete; la hora, cerca de las dos de la mañana; y la linterna sobre la mesita de noche que Seymour enciende y que altera la calma. A partir de esos detalles mínimos —el llanto en la noche, la inmovilidad del narrador, el movimiento del hermano en la cama contigua— Salinger trabaja la observación psicológica y la hondura emocional con una prosa contenida y envolvente.
Esta obra ofrece una ventana a la fragilidad y a las pequeñas ceremonias familiares que definen momentos decisivos de la adolescencia y la adultez incipiente, mostrando cómo lo cotidiano puede volverse extraordinario bajo la luz tenue de una habitación compartida.