Ambientada en un París herido por la depresión económica de principios de los años treinta, la novela sigue a Jean-Luc, un joven de origen humilde que, tras enamorarse de la hija de un banquero, concibe el matrimonio como la única vía de entrada a un mundo de riqueza y poder. En La presa el enlace no le brinda la felicidad esperada; le permite, eso sí, mantenerse al acecho de oportunidades para medrar hasta que un giro emocional trastorna sus planes y revela las consecuencias de una ambición nacida del deseo de ascenso social.
Con una mirada precisa y sin concesiones sobre la naturaleza humana, Irène Némirovsky despliega un fresco de pasiones —ambición, envidia, resentimiento y, sobre todo, amor— que mueve a sus personajes y desborda las convenciones sociales. La prosa de la autora convierte a La presa en una exploración psicológica de alta intensidad, donde cada decisión revela la fragilidad moral y la urgencia de los deseos que moldean la vida de sus protagonistas.