1929. Con solo dieciséis años, Manuela entra a trabajar en la mansión de verano de los marqueses de Armayor. En ese ambiente aristócrata, la joven conoce la arrogancia y el desamor, pero también el gusto por la moda, el arte de la costura y una amistad inquebrantable con Alexandra, la única heredera de la familia. Será ella quien le regale una vieja Singer: una máquina de coser que acompañará a Manuela a lo largo de los años, cuando se convierta en la sombrerera de Gijón, al igual que cuando deba separarse de su pequeña Telva por la guerra o vuelva a enamorarse, incluso cuando décadas más tarde intente recuperar a su hija, aunque para ello deba arriesgarlo todo.
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