Bruce Cable, el librero de la ciudad, le relata a su amiga Mercer Mann una historia que parece hecha para encender la imaginación: una poderosa constructora pretende reclamar una isla semidesierta frente a Florida y la última habitante, Lovely Jackson, se niega a ceder. Esa premisa alimenta Isla maldita, de John Grisham, donde los ahogamientos, las desapariciones y la locura que han perseguido a Isla Oscura durante trescientos años se imponen como fuerzas que desafían tanto a intrusos como a la ley.
Con la implicación de Cable, Mercer Mann y el abogado Steven Mahon, la disputa por la titularidad se transforma en un pulso entre memoria y poder económico, que combina el suspense judicial con una atmósfera costera cargada de misterio. Grisham despliega una narrativa tensa y envolvente en la que el pasado violento de la isla —fundada por esclavos— condiciona cada maniobra y cada sospecha, y donde la lucha por la verdad revela hasta qué punto la historia puede determinar el destino de un lugar y de sus habitantes.