La voz poética explora el crepúsculo como espacio de revelación y transformación; en estos poemas Guardé el anochecer en el cajón se muestra como el origen de las obsesiones que después caracterizarían su narrativa. Escritos por Han Kang, los versos combinan economía expresiva y una intensidad contenida que permiten que la oscuridad y el silencio despunten como motores del lenguaje.
La colección indaga la fragilidad de la vida, la ironía de la muerte, el dolor, la soledad y la fuerza que habita en lo corporal, dando lugar a una poesía delicada, a la vez oscura e inquietante. Estos textos anticipan la extraordinaria sensibilidad detrás de obras como La vegetariana y La clase de griego, y sitúan al lector frente a una escritura que pone las emociones y el cuerpo en el centro de la experiencia literaria.