En una pequeña habitación de la cárcel, un encuentro periodístico se convierte en un viaje al fondo de la condición humana: El silencio de los malditos reconstruye la entrevista que nadie había conseguido hasta entonces, y transforma la confesión en un descenso implacable por los recovecos de una mente criminal. El periodista Carlos Pinto ejerce aquí una mirada clínica y sensible que desentraña las causas del horror sin otorgar condescendencias, presentando una narración tensa, contenida y despiadadamente verosímil.
La novela despliega una trama en la que el acto atroz convive con historias de privación, dolor y revancha, obligando al lector a confrontar la ambigüedad moral que habita tras el delito. La prosa sostiene un pulso narrativo que alterna la frialdad de la investigación con la intensidad de la confesión, en una escritura que, como señaló Alberto Fuguet, resume: «Su nombre es un género. Carlos Pinto es nuestro Hitchcock». El resultado es una ficción potente que explora las motivaciones humanas sin concesiones y reafirma la capacidad del relato para iluminar las zonas más oscuras de la violencia y la culpa.