A partir de su experiencia en la Florencia renacentista, Nicolás Maquiavelo propone en El príncipe un examen riguroso de las maneras en que los gobernantes logran y mantienen el poder, apoyándose en ejemplos históricos que ilustran la lógica de la acción política efectiva.
Lejos de las construcciones moralistas y utópicas de su tiempo, el tratado establece un realismo político en el que el valor de las decisiones se mide por su eficacia; este enfoque ofrece herramientas conceptuales para comprender la relación entre fines y medios, la adaptación frente a contingencias y la resolución de conflictos en el seno del poder.
Su prosa concisa y su estructura analítica permiten apreciar las claves del liderazgo y la estrategia estatal, aportando criterios útiles para interpretar las dinámicas del Estado y las exigencias pragmáticas que enfrenta cualquier gobernante en contextos cambiantes.