Con la mezcla de fábula y épica que caracteriza su obra, El hobbit surge a comienzos de la década de 1930 cuando J.R.R. Tolkien ya trabajaba en las vastas crónicas que luego conformarían El Silmarillion; su autor, J.R.R. Tolkien, configura aquí un relato situado en la Tercera Edad, donde incluso las primeras referencias al Nigromante anticipan el trasfondo más amplio de la Tierra Media. El estilo directo y lineal conserva un tono accesible, con ecos de público infantil, pero no por ello renuncia a la profundidad: la narrativa abre paso a temas de poder, codicia, guerra y muerte que reverberarán con mayor amplitud en obras posteriores.
Las inesperadas aventuras de un pacífico hombre del campo se despliegan con un ritmo ágil y una imaginación pictórica que construye un mundo creíble y sugerente; la combinación de encanto, humor puntual y gravedad temática convierte a esta obra en una lectura reveladora para quienes buscan una puerta de entrada a la mitología tolkieniana. La solidez del planteamiento narrativo y la riqueza de los motivos hacen de El hobbit una novela capaz de ofrecer disfrute inmediato y, al mismo tiempo, de enriquecer la comprensión del universo épico que culmina en El Señor de los Anillos.