Un grupo de revolucionarios planea y lleva a cabo un secuestro con la intención de conseguir la libertad de sus correligionarios encarcelados; pero se equivocan de hombre. La víctima es Charles Fortnum, un hombre sin ningún interés para el gobierno británico: se trata sólo de un cónsul honorario que vive principalmente del whisky y de su condición de diplomático inglés. Así pues, el azar confierte a Fortnum en preso de un grupo de guerrilleros encabezados por un sacerdote con el que antaño le unió la amistad.