La maestría de Agatha Christie queda patente en El asesinato de Roger Ackroyd, una novela que redefine las expectativas del lector desde las primeras páginas. Roger Ackroyd sabe demasiado: conoce el pasado de la mujer que ama, sospecha la existencia de un chantajista y, cuando recibe una última información que podría revelar la verdad, aparece apuñalado por la espalda. La autora construye un escenario aparentemente cotidiano en el que la tensión aumenta con economía de recursos y precisión narrativa.
Publicada originalmente con la advertencia «no comentarlo con nadie, y leerlo a toda velocidad», la obra juega con las convenciones del género y culmina en una resolución que sigue siendo objeto de admiración y debate. La voz narrativa, el ritmo sostenido y los giros cuidadosamente dosificados convierten la lectura en un ejercicio de deducción estimulante; su estructura demuestra la habilidad de la autora para manipular pistas y perspectivas sin recurrir a artificios gratuitos, ofreciendo una experiencia literaria tan elegante como perturbadora.