Tras un divorcio traumático, corolario de un matrimonio que había degenerado en rencor, incomprensión y violencia, un hombre viaja a Estados Unidos para descansar de tanto dolor. América, ese paisaje anónimo, es el lugar perfecto: le permite poner en perspectiva sus últimos años, verse como nunca antes lo había hecho y descubrir, quizás, que puede ser otro.Ese sería, naturalmente, el viaje ideal. La vida es más torpe y ofrece unos obstáculos que la conciencia y el deseo no suelen considerar. Mientras recorre Estados Unidos con una mujer y su hija, además del paisaje cultural, además de las personas que conoce y lo renuevan, descubre que su ex esposa lo persigue. Con un revólver. Al mismo tiempo, ese continente que habría de liberarlo de su existencia anterior, lo envía a su infancia, a sus miedos, a esas debilidades que en vez de atenuarse, se potencian. Antes de volver a empezar, si tal cosa sucede, debe expurgar fantasmas y un pasado irresuelto. La pareja, el amor, la soledad, he ahí los tres temas que ese hombre, lejos de todo y tan cerca de si mismo, tiene que develar. Son un iceberg en su carácter, y quizás lo sean siempre.
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