En un retrato vibrante de la España decimonónica, la novela Carmen presenta la visión costumbrista y exótica que Prosper Mèrimée plasmó en 1845, combinando intención literaria y crudeza dramática; esta edición suma la sensibilidad visual de Prosper Mèrimée y el trazo contemporáneo de Benjamin Lacombe, realzando tanto el lenguaje como la atmósfera del relato.
En torno a la figura de la cigarrera se desarrollan pasiones trágicas y confrontaciones morales que configuran el mito de la «mujer fatal», libre y seductora, capaz de arrastrar a la perdición a quienes la rodean; la novela conserva la tensión dramática que inspiró la célebre ópera de Georges Bizet y mantiene un pulso narrativo que alterna belleza y violencia en un paisaje social cuidadosamente descrito.