Concebida más como un cuadro que como una novela, nos muestra el devenir interior de cuatro personajes a lo largo de dos días entre los cuales transcurren diez años. El estilo de la novela, barroco y poético, es tan deslumbrante como el retrato psicológico, la carga simbólica de sus imágenes y la profundidad conceptual de una Virginia Woolf en estado de gracia que, con esta novela, nos ofrece una de las cumbres del modernismo literario.
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