Con un cuaderno de bocetos, un bolígrafo de dibujo, acuarelas y un taburete plegable, el dibujante Lapin muestra las imágenes y los fenómenos del día a día en Barcelona. En este diario visual, el autor crea una narrativa de sus entornos metropolitanos para comunicar una visión muy personal sobre la ciudad, imágenes que quedan plasmadas en libros antiguos de contabilidad que suele encontrar en distintos mercadillos. Calles concurridas, cafeterías animadas, monumentos icónicos, paredes con grafitis, plazas, parques y jardines dan cuenta de una atención minuciosa, un particular uso del color y una distorsión de la perspectiva cuyo resultado es un reportaje gráfico único de la cultura urbana catalana.