Bajo los cerezos que abrazan el río de Tokio se abre un refugio donde los pequeños gestos se vuelven grandes: Mis tardes en el pequeño café de Tokio, escrito por Michiko Aoyama, recrea ese rincón íntimo con precisión y ternura.
Cada jueves, en un café con tres mesas de madera y el aroma del chocolate flotando en el aire, convergen personajes que buscan consuelo y nuevas fuerzas: una joven que escribe cartas en inglés, una publicista que intenta serlo todo para todos, una profesora en busca de ilusión, y el amable encargado junto a su gato blanco. Con prosa cálida y detallista, la novela convierte escenas cotidianas en pequeños epifanías y sugiere, con delicadeza, que «una taza caliente y una palabra amable lo cambian todo».