En estas memorias, Mi año romano traza el año decisivo de la adolescencia de André Aciman, cuando él y su familia llegan a Roma tras ser expulsados de Egipto. Aciman narra con elegancia la pérdida de la vida acomodada en Alejandría, la convivencia en un apartamento que funcionaba como burdel y las pequeñas escenas cotidianas que ilustran la falta de anclaje y la necesidad de reconstrucción en una ciudad desconocida.
La voz que guía el relato pertenece a André Aciman, y su prosa revela cómo la lectura se convierte en una herramienta de supervivencia y descubrimiento: libro tras libro, el joven protagonista encuentra en la literatura la llave para comprender y habitar Roma. El texto combina evocación sensorial, memoria íntima y una reflexión contenida sobre el exilio y la formación de la identidad, ofreciendo una experiencia lectora rica en matices y emotividad.