La vida privada y la escena pública se confunden en la figura de Clarissa Dalloway, una mujer de la alta sociedad londinense que, mientras prepara una fiesta en un día de junio de 1923, repasa recuerdos, decisiones y afectos que han moldeado su existencia. En La señora Dalloway la narración revela con delicadeza los pliegues de la conciencia y, a través de una prosa que alterna precisión social y hondura lírica, se despliegan las pequeñas rupturas y los silencios que sostienen la vida cotidiana; la autora responsable de este retrato íntimo es Virginia Woolf
La novela utiliza el monólogo interior y un tratamiento temporal fluido para entrelazar pasado, presente y futuro, provocando una experiencia lectora que exige atención y recompensa con una comprensión más profunda de la psicología humana. Con un enfoque sensible hacia la condición femenina y una audacia formal que la sitúa entre las obras cumbres del siglo XX, La señora Dalloway ofrece riqueza interpretativa y una intensidad narrativa que perdura mucho después de cerrar sus páginas.