En Seúl, una mujer asiste a clases de griego antiguo. En La clase de griego, la voz narradora —que ha perdido a su madre, la custodia de su hijo y la capacidad de hablar— busca recuperar la palabra mediante una lengua muerta; la novela, escrita por Han Kang, convierte el aprendizaje lingüístico en un espacio de confrontación con el dolor y la memoria.
El profesor, que dejó atrás una vida en Alemania y afronta una ceguera progresiva, comparte con la alumna un trayecto íntimo que transforma las clases en una expedición hacia heridas profundas. Con prosa poética y sobria, la obra explora la pérdida, la violencia y la frágil relación de los sentidos con el mundo, al tiempo que plantea la literatura, la filosofía y el lenguaje como vías de reconocimiento y reparación emocional.