Arte solitario Un ojo clínico para la alienación Edward Hopper (1882-1967) representa una historia de triunfo típicamente americana, si bien el éxito podría haberle sonreído antes. A los 40 años de edad, era un artista fracasado que no había conseguido vender ni un solo cuadro, hasta que, a punto de cumplir los 80, la revista Time lo sacó en portada. En la actualidad, transcurrido medio siglo desde su muerte, Hopper se considera un gigante de la expresión moderna, con un talento asombroso, inolvidable y absolutamente personal para captar ambientes y lugares. Gran parte de la obra de Hopper indaga en la experiencia de la ciudad moderna. Lienzo tras lienzo, retrata restaurantes, cafeterías, escaparates, farolas, gasolineras, estaciones de tren y habitaciones de hotel. Sus escenas se caracterizan por yuxtaposiciones de colores vivos y por una iluminación cruda y teatral; así como por figuras contorneadas con aspereza, que parecen integrarse en el entorno y, al mismo tiempo, ser ajenas a este. La ambientación en todo su repertorio urbano transmite desasosiego, alienación, soledad y tensión psicológica, mientras que sus escenas del entorno rural y litoral ofrecen un contrapunto de tranquilidad y optimismo.
Este libro recoge las obras clave de Hopper con el fin de presentar a un artista clave no solo en la historia del arte estadounidense, sino en la psique de todo un país.
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