La lucidez y el desorden conviven en esta breve ficción: El ojo ofrece una experiencia narrativa centrada en la perturbación de la identidad y la memoria, donde cada frase funciona como un microdispositivo de inquietud. Firmada por Vladimir Nabokov, la obra condensa la habilidad del autor para combinar elegancia formal, ironía y una capacidad singular para poner en escena la mirada como mecanismo de poder y de error.
Con una prosa precisa y juguetona, el relato despliega lo que se ha descrito como «orgía de la confusión»: un baile de identidades, giros perceptivos y guiños que obligan al lector a revisar continuamente lo que cree haber entendido. Breve en extensión pero rica en implicaciones, la novela actúa a la vez como entretenimiento sofisticado y laboratorio estilístico, mostrando cómo la forma puede intensificar la tensión entre lo visto y lo recordado.