En esta inquietante novela de ambiente victoriano, Yo soy el rey del castillo despliega la tensión contenida entre dos niños destinados a enfrentarse en una casa aislada y ominosa; la novela, escrita por Susan Hill, arranca con la nota desesperada «No quiero que vengas», firmada por Edmund Hooper, y desde ahí se desarrolla un pulso psicológico donde la ventaja y la humillación se alternan con una crueldad silenciosa y precisa.
Warings, la fea y aislada casa victoriana, y el bosque de Hang Word actúan como escenarios que amplifican la amenaza cotidiana: Charles Kingshaw, sensible y vulnerable, se ve enfrentado a la astucia y la agresión de Hooper, capaz de convertir lo más trivial en instrumento de terror; Susan Hill inspecciona con rigor la dinámica del poder entre niños, mostrando cómo la crueldad sostenida erosiona la inocencia hasta conducir a un punto de no retorno, donde la tensión se vuelve trágica y lo imprevisible decide el destino de ambos.